Nos quedan las carcajadas y una amistad que se va forjando a base de cariño y de descubrimiento. El cariño que el público villacarrillense brinda a esta compañía que, desde el año pasado, ameniza las noches teatrales de nuestro Coliseo. Un cariño que se acrecienta a base de unas pocas palabras: profesionalidad y, sobre todo, por ser tan buena gente. En este festival nos han vuelto a demostrar su valía; personal, humana y laboral... su trabajo bien lo demuestra.
Terminaron el ciclo con dos comedias de altos vuelos y muy diferentes en sus planteamientos. “Dos mejor que una” de Ray Cooney es el mejor ejemplo del vodevil bien hilvanado. La poligamia aparejada a unas mentiras cada vez menos verosímiles. Un juego de entradas y salidas, palabras y, sobre todo, llamadas de teléfono que, o se interpretan bien, o no seriamos capaces de pillar el hilo. En este caso la prueba se supera con nota y el público sí que pudo quedarse con las desventuras amorosas de un mentiroso compulsivo.
Anoche el broche final llegó de la mano y firma de Martínez Soria y su ¡Vaya par de gemelos! versión Eslava. Destacar el importante cambio de registro de alguno de sus actores principales, es el caso de Luis Marcet que interpreta el gemelo menos fino de manera magistral. Otra comedia en enredos a la que no le hace falta presentación alguna pues mencionar a su autor ya es sinónimo de garantía.
NOS QUEDA LA FUNCIÓN INFANTIL Y DESPEDIMOS ESTE AÑO (HASTA MUY PRINTO) A NUESTROS GRANDES AMIGOS.
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