El texto de Alejandro
V. García se interpreta por primera en un teatro.
Unas trescientas
personas acuden al estreno, lo que se tradujo en más de mil euros de
recaudación. Dinero destinado a la Asociación para la lucha contra las
enfermedades de la Sangre (ALES).
Chema del Barco
dedica la función a su hermana fallecida a causa de esta enfermedad.
FOTOGRAFÍAS DE JOSÉ FERNÁNDEZ |
Un último viaje hacia
donde una vez fuimos felices y desde allí desaparecer para siempre.
Gente que
busca a perros de dos sabores, mujeres que pierden su nombre, soledades, de ayer
y de hoy, que se reencuentran y discuten,
la ternura que busca a sus padres y que también los encuentra, un madre
aferrada a su hija; a su propia existencia, o una trabajadora social que se
empeña en volatilizar el sufrimiento de los que viven en un bucle de desidia y
resignación.
Es un “cuento” que habla de una sociedad muy
real y marcada por un sistema de perfecto engranaje; una comedia melancólica,
como la vida misma; con inicio, nudo y desenlace. Hay quién vio e interpretó una crítica muy
ácida hacia esa estructura social creada expresamente para “aborregar” a
nuestros mayores.
Hay quién se entristeció, otros dijeron que no es ni más ni
menos que un fiel reflejo de lo que pasa con nuestros mayores, cuando nos vamos encorvando. Es, en definitiva,
hacia donde nos encaminamos sin más
remedio; la muerte desmitifica la propia muerte. Una obra de una bellísima sutileza
que se puede interpretar al libre albedrío. Para un servidor el texto de Alejandro V. García nos explica, de manera muy gráfica, que hay que volver
allá dónde una vez fuimos felices para poder morir con la dignidad que sólo nos puede aportar tal
estado; morir con el pensamiento de que una vez, o dos, o tres, amamos y fuimos amados, cantamos, bailamos, reímos…
No pude ver el espectáculo
desde fuera, desde el patio de butacas como a mí me gusta, y los nervios
también influyeron en no poder disfrutar de un todo al cien por cien, así que
me quedo con lo que pude escuchar a la salida; “preciosa”,” triste pero muy
bonita”, “muy crítica con los que trabajamos para las personas mayores”, “todos
los actores y actrices, profesionales y amateur, han estado espectaculares”, “se nos olvidó que estabais leyendo”, “una
noche de teatro maravillosa…”
Y sin duda lo fue; no
más de cuatro horas de ensayo, como bien apuntó Chema del Barco, que vino a
puntualizar que esa noche era del público y de ALES (Asociación Para la Lucha
contra las Enfermedades de la Sangre) cometido principal para el que se
organizó esta velada de teatro.
Para ellos, y para esas familias que sufren con
una enfermedad que sigue siendo una puta lacra, recaudamos más de mil euros y
cientos de miles de aplausos; para ALES,
para el público y para Mamen Camacho, Paqui Díaz, Chema del Barco, Juan
Vinuesa, Joaquín de la Hoz (padre e hijo), Chicho Sánchez del Barco, Sergio
Reques y en la parte técnica Pepo Lara, porque hacer lo que hicisteis con tan
poco ensayo es para quitarse el sobrero. Una noche en familia, entre amigos.
Yo, que nunca hablo en primera
persona, tengo que decir que viví una de las noches más hermosas, una emoción
que aún hoy me dura y que me hace sentirme, si cabe, más orgulloso de mi trabajo y de
la gente que me rodea.
FOTOGRAFÍA DE LOLA CASANS |
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